Un año más que se va, un año que se quedó incompleto, ¿me preguntas por qué?... Bueno pues, porque no se cumplieron sueños, ni se abrieron caminos, porque no llegué al final y no descubrí el comienzo, porque no mejoré como persona, ni como hija, ni como esposa, ni como madre, ni como amiga, ni como ser humano. Todo quedó en mi propósito para año nuevo, pero el año ya se está acabando y yo sigo aquí, buscando aún verdades, descubriendo aún mentiras, viendo como amigos vienen y amigos van.
Ya no recuerdo cuántos propósitos me hice, ni recuerdo cuántos de ellos quedaron inconclusos, la dieta quedó en el olvido, sigo teniendo rencor, y egoísmo, he pensado que son mentiras y justificaciones. Todo esto de los propósitos no sirve, porque decimos que vamos a cambiar, pero no, en realidad no hacemos el esfuerzo, al cabo de una semana lo hemos olvidado, los deseos, los propósitos. Seguimos teniendo envidia de la vecina, porque trae un mejor carro, porque viste mejor, porque esta delgada, porque tiene muchos amigos, porque…
La verdad no sé por qué, tal vez ella sea mejor que yo o tal vez yo esté enfocando mal esto de los propósitos. No se tiene que cambiar, sino querer cambiar que es distinto, no se puede dejar de golpe todo lo viciado del alma de la noche a la mañana, tal vez deberíamos empezar cambiando la actitud, después podríamos proponernos tratar mejor a la gente que nos rodea, iniciando con un “buenos días”, o un ¿Cómo está? Tal vez he errado el camino y no he sabido el porqué de los propósitos. Hacerse una promesa no significa un cambio drástico, sino aprender a conocerte mejor, redescubrirte y saber a conciencia que sólo tenemos una oportunidad, una vida, sólo podemos hacer las cosas bien o lo mejor que podamos porque no hay vuelta de hoja una vez que dejes de existir, todo se habrá acabado, ya no podrás disculparte con nadie, ni enmendar ninguna de las injusticias cometidas, no podrás decir ese “lo siento” que siempre pensaste en decir y que nunca te animaste.
Una vez que tu vida llegue a su fin, no podrás jamás decirle a ese ser querido cuanto lo amabas, no podrás abrazar a tus hijos, a tu esposo, a tu madre o padre, a tus hermanas o hermanos, a tus amigos, nadie más sabrá jamás cuánto los amaste, y sólo será porque no tuviste tiempo, porque olvidaste los propósitos que hiciste un año nuevo, ya jamás oirán tu voz, y tú, jamás será capaz de cambiar. La vida tiene un sólo propósito, naces para vivir, vives para amar, amas para ser alguien, y eres alguien porque te aman. Entonces, cuando estés con tu vaso lleno de uvas, esperando las campanadas, piensa bien en tus propósitos y no prometas 100, sólo los que estés dispuesto a cumplir y verás cómo lo imposible, puede ser posible, piensa que a quien le pidas perdón, se sorprenderá, tendrás un enemigo menos, y a quien le brindes tu apoyo, será un amigo más, a quien le digas que amas, te amara igualmente, y tú sacaras lo mejor de ti, recuerda, un propósito no es una imposición, es una elección personal. Feliz año nuevo.
Colaboración de jcalo
México